“Por eso, cada vez que nos sobrevuelan elecciones, tengo la impresión de que los políticos —todos— pretenden que sean las últimas, a fuerza de querer convertirnos a todos en bobos. Advertir acerca de un candidato rival electoralista es exactamente lo mismo que impedir al niño ir a jugar al fútbol con el resto. En el fondo, el padre de la aceituna piensa que lo más probable es que los otros niños se pasen el partido haciéndole caños al niño, y eso duele. Porque el padre piensa que si él no lo aleja de los campos de fútbol o de los parques, el niño andará todo el tiempo mirándose los balones que le atraviesan entre las piernas los otros niños, menos inútiles. Además, el padre prohibe intentando que el niño atado crea que lo hace para protegerlo de la horda de salvajes tramposos que emplea las horas de escuela en los billares.”
El niño bobo, de
David Álvarez.