Recuerdo que hace muchos años, jugando al mítico
Duke Nuken —un juego en el que estás a los mandos de un salvaje marine que se dedica a matar a todo bicho viviente— me quedé anonadado cuando al final de la primera misión, en la que como guinda final había que liquidar a un gigantesco monstruo, un video paraba la acción y mostraba al Duke, es decir, a mí mismo, rodeando el cadáver del monstruo para finalmente bajarse los pantalones y cagarle encima.
José Luis de Vicente habla en
Otra vida en la red de los nuevos juegos online que, entre otras cosas, permiten emular con gran realismo las mafias, el sexo como negocio o la violencia. No me parece mal. Ni bien. “En mundos digitales como el de Los Sims, Everquest o Red Moon ya existe el crimen organizado, las timbas ilegales y los casinos. Los activistas antiglobalización se manifiestan contra las mismas cadenas de comida rápida que existen en la realidad. Las disputas que allí se originan acaban resolviéndose en los juzgados del mundo real. Lo que pretendían ser parques de atracciones virtuales se están convirtiendo en territorios de acción social, cultural y política.”