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Los beneficios globales de la igualdad

Joseph Stiglitz explica muy claramente la globalización desde el punto de vista de un agricultor africano para concluir que es crucial para todo el mundo resolver el problema de la desigualdad económica: “Nos encontramos con los comienzos de esta legislación internacional, si bien de una legislación desequilibrada e injusta para el mundo en desarrollo. El mundo desarrollado hizo bien en comprometerse, en Doha, a corregir estos desequilibrios. Pero desde la perspectiva de hoy en día, cada vez queda más claro que Doha fue poco más que un intento de hacer que los países en vías de desarrollo se sentaran en la mesa de negociación. La intención allí no fue la de rectificar los desequilibros sino más bien la de usar el poder económico para crear otros nuevos.” Stiglitz pone sus esperanzas en la reunión de Cancún —el artículo debe de ser anterior— así que la perspectiva actual le añade un pesimismo extra a la ya de por sí triste visión del articulista. Los beneficios globales de la igualdad.
Marcos Taracido | 08/01/2004 | Artículos | Globalización

Comentarios

  1. Daniel Rodríguez
    2004-01-08 18:54 Como casi siempre con Stiglitz, da una de cal y otra de arena. Bien, evidentemente, por criticar la falta de liberalización de los sectores cuya apartura al comercio internacional más favorecería a los pobres. Mal por la demogagia típica de “los intereses de las farmacéuticas” en lo que a medicamentos para el SIDA, se refiere. Lo de las farmas es algo curiosísimo: no creo que haya organizaciones que hayan mejorado y alargado más la vida y que peor son tratadas. La propuesta es comida para hoy y hambre para mañana. Evidentemente eso mejoraría la salud en África y otros lugares a corto plazo. Pero reduciría las expectativas de mejores medicinas a largo. De hecho, las farmas están dejando de experimentar en ese campo, convencidas y con razón de que los políticos les iban a robar los medicamentos que pudiesen descubrir. Cuando calibro los beneficios que han proporcionado los políticos y burócratas que tanto claman por acabar con las patentes de medicinas y los beneficios que nos han dado las empresas farmacéuticas, me pregunto como alguien sensato puede ponerse de lado de los primeros.
  2. Otis B. Driftwood
    2004-01-09 00:29 Ajá, un nuevo hito en ese hilo estupendo de pensamiento, que se resume en “que se vayan muriendo por falta de medios, mientras los más pudientes nos pagan la investigación y de paso nos hacen ricos”. A ver si no cuántos casos hay de farmacéuticas (incluyendo algunas centenarias como Bayer) que sabiendo que uno de sus productos puede ser nocivo lo han seguido comercializando sin pudor porque se vende como churros. Si liberalizar y no intervenir en las patentes significa que mueran millones de personas, me declaro intervencionista radical desde este momento. Al menos en ese campo. Y lo vuelvo a decir: no se puede reducir a seres humanos a la consideración de simples cifras. Aunque estén tan lejos que los liberales no los puedan ver morir.
  3. Daniel Rodríguez
    2004-01-09 18:00 El problema, Otis, no es ese. VAN a morir millones de personas por diversas enfermedades. La decisión es cuantos millones y cuando. Estamos hablando de decisiones adultas, en que las alternativas tiene costes y beneficios. En este caso, además, sangrientos costes y beneficios. No se puede dejar de lado por ese aire de “yo soy mejor que tú porque me preocupo de los pobres y tú no”. Tu postura queda muy bonita, te haré dormir bien esta noche, puede que hasta te haga sentirte superior moralmente al prójimo (en este caso yo), pero es completamente infantil. No atiende a los costes y beneficios, sino sólo a tu propia y exclusiva conciencia.
  4. JR
    2004-01-09 18:59 La fría condescendencia también tranquiliza.
  5. Otis B. Driftwood
    2004-01-09 20:58 Igual es que yo sí tengo conciencia, vete a saber, por infantil que sea, pero me parece que la cosa no va por ahí. ¿Decisiones adultas? ¿Costes y beneficios? Estamos en las mismas: no se trata de pobres y ricos, para tí las personas se reducen a números. Dices que “el problema es cuántos millones y [esto es lo mejor] cuándo” ¿Qué tal nunca, si eso es posible? Ya que defiendes tanto la libertad (pero curiosamente sólo en lo económico, ya que por lo que veo para ti la persona no es dueña de su propia vida si no se la puede costear), ¿por qué defiendes que una empresa pueda tener la patente de un medicamento contra el SIDA (es que parece que hablemos de un resfriado, joder) y, en consecuencia, un monopolio que sólo se diferencia de los que tú sueles atacar en que este es privado (y protegido por la ley)? ¿No sería mejor que se liberase esa patente, o mejor que no existiera, o si lo prefieres que dure sólo cinco años en lugar de los, creo que son, veinticinco o más, para que puedan entrar otras a fabricarlo, competir y reducir los precios, segun esa bonita teoría económica? Pues llámame infantil si quieres, pero si en el actual statu quo de las farmacéuticas mueren millones de personas, y la empresa no hace nada por evitarlo, pues… intervención. Y te lo vuelvo a repetir: a mí no me gustaría verme en el otro lado del espejo. ¿A tí sí? No sé si es fría condescendencia, o si es que raya en el cinismo directamente.

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