La noche de Reyes y el despertar por la mañana será uno de esos recuerdos que me acompañarán siempre. El espacio y el tiempo de bajar las escaleras y abrir la puerta de la sala eran absolutamente mágicos y superaban con mucho a lo que después pudiese disfrutar con los regalos. El día del desengaño fue terrible: me lo dijeron con toda naturalidad pero a mí me sonó casi como cuando te anuncian una tragedia: «los Reyes Magos son tus padres». Como ya era mayorcito para no darle crédito a la afirmación fui de inmediato a comfirmarlo con ellos y no me lo negaron. He tenido que esperar más de 20 años para que esa noche volviese a ilusionarme.
Luis Alfonso Gámez analiza el asunto desde el punto de vista científico en
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