Nos regocijamos en el miedo. Alguien suelta la alarma catastrofista y las redes sociales se encargan de aceptarla y expandirla.
Enrique Gil Calvo argumenta contra las tesis alarmistas que anuncian el progresivo y rápido deterioro del mundo por el ser humano: “Pero si la tesis de Beck es falsa, ¿por qué ha tenido tanto éxito entre los sociólogos más cándidos o crédulos? Pues porque el miedo es emocionante, como descubrió el cine de terror, y el alarmismo se vende muy bien. Pero ¿miedo a qué?: ¿al científico loco, que enloquece a las vacas convirtiéndolas en carnívoras, según la vieja metáfora fáustica del aprendiz de brujo que se convirtió en un híbrido de Pigmalión y Frankenstein? No, miedo a nosotros mismos. Lo que demuestra el éxito del libro de Beck no es que crezcan los riesgos reales, pues decrecen objetivamente, sino que crece la contagiosidad del miedo a los riesgos percibidos o imaginarios.”
Epidemiología del alarmismo.