No parece que haya demasiados motivos para alegrarse del resultado de las elecciones guatemaltecas porque tampoco parece, desde la distancia, que los elegibles fuesen a cambiar nada radicalmente: “A nivel nacional hay una moderada alegría por la pérdida del poder del partido del ex dictador Ríos Montt, que cierra un escandaloso capítulo de impunidad y corrupción. Su gobierno hizo del Estado un botín de guerra y se amparó en el más absoluto verticalismo, vinculándose a sectores delictivos ligados al narcotráfico y el crimen organizado. De todos modos, no existen grandes expectativas de cambio porque ninguna de las fuerzas políticas que se disputaron la segunda vuelta ofrecía propuestas populares y con sabor a cambio real. La izquierda sigue muy maltrecha y no pudo pasar de algunas diputaciones y unas cuantas alcaldías en el interior de la república.”
Marcelo Colussi,
Elecciones en Guatemala.