Mi pasión gastronómica, cuando yo más disfruto comiendo, es al desayuno. Además, no hago ascos a nada y a esas horas me entra cualquier cosa: el desayuno inglés, de huevos fritos y bacon, o el alemán, de quesos y tostadas, o el respotero: croasanes, bollos de leche, bizcochos, churros… Pero tengo el grave problema de que mi estómago apenas soporta un café ligeramente acompañado.
J.J. Merelo nos abre el apetito mañanero con una glosa de los
Ochíos y molletes andaluces: ”¿Qué pasa entonces con los ochíos? Los ochíos son típicos de mi pueblo, Úbeda; originalmente probablemente eran tortas de aceite espolvoreadas con pimiento morrón; hoy en día, son toda una gama de productos basada en eso: pan de aceite y pimiento morrón. Los hay de tamaño torta, pequeñitos, en forma de pico con pimiento morrón picante y sal gorda, alargados como los bollitos de aceite. La versatilidad del ochío es mucho mayor que la del mollete: se toma con morcilla como aperitivo; con habas en las fiestas de la patrona, y en forma de bocata en cualquier ocasión.”
2004-01-04 21:06 Pues a ver si te animas a acercarte a los cerros, y te invitamos a unos ochíos con morcilla, no necesariamente para el desayuno. Gracias!
2004-01-04 21:32 Si por ánimos fuera desayunábamos mañana juntos, pero… De todos modos, ¿podrían no ser de morcilla? Es que mira, yo y los embutidos tenemos un problema por resolver… han de ser diáfanos en su composición y, sobre todo, y perdón por la estúpida manía, que esté garantizada la ausencia de durezas: huesos, tendones o músculos… por eso me pierdo manjares como las morcillas o, créeme, como las almejas, normalmente saturadas de arenillas. Ya ves, uno que es raro. Saludos.