Televisión Española viene encumbrando a personajes y programas difíciles de digerir y que, en general, son paso de gigante hacia atrás, un intento indisimulado de restaurar un estilo, unos valores y una moral predemocrática. Quien lo dude, que se trague una emisión de Noche de fiesta, con su machismo insultante y su teatrillo decimonónico. Y ahora se sufraga con dinero público un programa de ciencias ocultas —sí, lo sé, también se emite desde hace muchos años Pueblo de Dios— que, y aquí está lo grave, pasa para la televisión pública como un documental serio y revelador. Javier Armentia se echa las manos a la cabeza, sobre todo cuando la ciencia brilla por su ausencia en la parrilla televisiva: Bromas Nada Inocentes.