Andrés Neuman estaba de viaje y perdió la cartera. El resto es un viaje laberíntico en busca de su auténtico yo: “Entonces vino el pánico. Quise pedirle ayuda a un amigo, pero su número también estaba en el bolso. Se me ocurrió llamar a mi propio móvil: me respondió una voz grabada. Corrí al cuarto de baño, me mojé la cara y me miré al espejo. Fue peor: descubrí que llevaba puesto un jersey que no era mío. Solté un pequeño grito. Una vez Gregorio Samsa se despertó siendo un insecto. Chuang-Tzú jamás averiguó si era un hombre que un buen día se soñó mariposa o una mariposa que se soñaba hombre. ¿Me había convertido también en otro, en un desconocido, durante alguna pesadilla? Tardé apenas unos segundos en deducir que, simplemente, me había equivocado de prenda al salir del último local.”
El ser pasajero.