Yo no he visto la recién estrenada tercera parte de
El señor de los anillos, pero hasta el momento no he escuchado más que críticas desmesuradamente buenas y elogios cercanos al orgasmo. Por eso, les invito a leer
El retorno del rey, la crítica que
Rafael Marín hace de la película, con grave riesgo de su vida y de su hacienda y con la expulsión asegurada de la comunidad de la Comunidad: “Las escenas de acción y batalla, confusas y borrosas en ocasiones, bellamente coreografiadas en otras, colosales y behemóticas cuando se puede, se tragan todo posible desarrollo psicológico de personajes protagonistas y secundarios por igual: Faramir y su despeinado papá, tan parecido a Meat Loaf, casi sobran en la historia. Uy, no, perdón, qué sacrilegio: en esta historia no sobra nada. Quiero decir que, ejem, faltan siete u ocho horas que expliquen mejor los motivos de ambos y otras nueve o diez para que comprendamos por qué Pippin es tan listo y el senescal de Gondor tan obtuso”