”¿Nos podemos imaginar a un González Ruano escribiendo una columna agridulce de costumbres acercando su nariz perspicaz a la pantalla? ¿Cambiando el café por una coca-cola y enviando el artículo apretando la tecla del «hotmail» en vez de mandar al chico de los recados con el folio a la redacción? ¿O a un Gómez de la Serna canalizando la pirotecnia verbal de su tertulia atrapado en los mecanismos de un «chat»? Es de suponer que cualquier talento se adapta a la evolución de los tiempos y, si ahora se puede escribir con nostalgia de los viejos cafés donde podían recalar los poetas hambrientos a cambiar versos por una merienda, también llegará el día en el que hasta recordemos estos lugares impersonales donde se comparte la tarde con internet como si fuera una lírica de ojos insondables, cuando salir a la calle sea tan imposible que todos tendremos que quedarnos aislados en casa a mirar el mundo con pantuflas.” Jorge Berlanga, Ciberdacafé.