Robert Fisk: “Todos los iraquíes con los que hablé hoy estaban de acuerdo: ese hombre sucio y patético de cabello hirsuto y sucio, que vivía en un agujero en el suelo en compañía de tres ametralladoras y una porción de dinero en efectivo, no era quien comandaba la insurgencia iraquí contra los estadunidenses. De hecho, antes de la captura de Saddam cada vez más iraquíes decían que una razón por la cual no se unían a la resistencia era el miedo de que, si los estadunidenses se retiraban, Saddam volvería al poder. Así que la pesadilla terminó... y la pesadilla está a punto de comenzar. Tanto para los iraquíes como para nosotros.”
Consenso en Irak: este hombre abatido no puede ser el jefe de la resistencia.