Siempre me han encantado las divagaciones históricas sobre cómo es el mundo que nos rodea: adoro esa inocencia de hace siglos, las descripciones de microcosmos imaginarios pero que creían verdaderos, la sencillez con que la razón les construía un mundo. Ellos —pienso en Tucídides, Ovidio o en Torquemada— estaban convencidos de su imagen del mundo; ahora nos reímos de su convencimiento pero no del nuestro; quizás se rían igual en el futuro de nuestro rigor.
J.L. Calvo habla sobre la reciente publicación del libro de Menéndez Pidal
Hacia una nueva imagen del mundo: “Sin embargo, no deberíamos despreciar estos intentos “descriptivos”. Sin esas ficciones maravillosas el hombre no hubiera intentado llegar a esas tierras soñadas y no hubiera descubierto las tierras reales tan distintas a lo imaginado pero igualmente sorprendentes. Esos intentos no fueron inútiles, abrieron caminos que alguien decidió recorrer al cabo de los años (o los siglos). En definitiva ¿somos tan distintos a aquellos hombres? Tenemos mejores herramientas como el escepticismo y las disciplinas metódicas, pero sin la curiosidad son inútiles.”
Imago Mundi.
2004-08-04 04:52 hubo pornografia en este libro