Yo soy de la opinión de que apenas nos diferenciamos de los animales; creo que, en el fondo, nos movemos por los mismos instintos primarios y que poca cosa queda para el raciocinio. En
El aprendizaje de las relaciones causales Francisco J. López y
David Luque analizan las relaciones de causalidad que a animales y humanos nos llevan a aprender algo, aunque poca cosa: “De manera equivalente al caso del condicionamiento instrumental animal, también podemos registrar el grado en el que el individuo piensa que su presión de la tecla controla o produce la iluminación de la figura geométrica. Por ejemplo, podemos pedir que el individuo evalúe verbalmente el grado en el que cree que su respuesta controla la aparición de la consecuencia. Si comparamos los resultados obtenidos en condicionamiento instrumental animal y los obtenidos con el procedimiento descrito con el ordenador, podemos llegar a la conclusión de que el comportamiento animal y el humano guardan algunas semejanzas significativas.”