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El caníbal nos desafía

El caso del caníbal de Rotemburgo me interesa mucho por las implicaciones sociales y antropológicas que tiene. En primer lugar, la paradoja: a todos nos parece horrendo, espeluznante, pero ¿hasta qué punto lo es judicialmente? No hizo más que lo que la víctima quería que hiciese. Dicho de otro modo, el comido era consentidor. La otra vertiente alucinante es la del que acepta ser sacrificado, la del que responde a un anuncio en el que se pide alguien dispuesto a morir en el rito: aceptar que te corten el pene y compartirlo frito con el verdugo; y dejarse desangrar hasta la muerte. Ya no hablamos de las masacres de un psicópata asesino en serie, o de un monstruo; hablamos de dos que coinciden en repartirse los papeles de víctima y verdugo. Cristina López Schlichting ve en este caso una amenaza para la buena marcha de la sociedad y un aviso para que los legisladores y moralistas se pongan en marcha. El caníbal nos desafía.
Marcos Taracido | 06/12/2003 | Artículos | Sociedad

Comentarios

  1. Daniel Rodríguez
    2003-12-06 21:42 Eh…... “caníbal”, por favor. :-)
  2. Marcos Taracido
    2003-12-06 22:25 Veo, Daniel, que no sólo guardas por las buenas costumbres (liberales) sino también por la ortografía :-) Gracias por ambas cosas. Saludos.
  3. salva
    2003-12-06 22:36 No es cosa de broma. En esta sociedad los desafíos son constantes y cada vez lo serán más. El ritmo de las cosas se acelera y, cada vez más, lo establecido como bien y como mal deja de tener límites claros.
  4. Cayetano
    2003-12-07 01:23 Dejando a un lado los escalofríos que me producen las escenas de una cena de navidad donde la gente se merienda un cerdo, unos sesos de cordero, cabritillos … La idea de merendarse al amante (comérselo a besos o en asado) es muy interesante. Recuerdo tambien a un oriental que en París se fue comiendo a su novia, en aquella ocasión sin su consentimiento. Estas y otras imágenes que nos asaltan en sueños (o su versión moral: pesadillas o literatura de ficción) cuando pasan a formar parte de las crónicas de sucesos levanta ampollas. Soñar que uno mata al bebé del segundo por sus gritos y llantos forma parte de esa zona que mantenemos obscura y escondida. Los deseos están ahí, hacerlos realidad es privilegio de unos pocos. Aunque, pienso, es más éstetica la acción de pintar a Saturno devorando a sus hijos. Mancha menos. Esto no aclara la zona obscura, por ejemplo, cuando devoro los sesos de un cordero sacrificado tres meses despues de haber nacido: Exquisito. Con la ventaja añadida de que pocos sancionarán este acto feroz (Comer cordero o pintar a un Saturno caníbal). Según cómo o quién lo cuente será: Un acto caníbal o una historia de amor. En mi opinión se trata de lo segundo.
  5. Mélan
    2004-06-25 17:02 tanto la sociedad en la que vivo (Buenos Aires, Arg.), como las sociedades de todo el mundo “civilizado”, esta formada por individuos alienados o a punto de alienarse. el bombardeo de información, las moralidades perversas que heredamos de los cristianos (aun cuando seamos ateos), la destrucción socio-cultural que dejó la dictadura militar de 1976…etcétera. vivimos en un sistema opresivo-represivo. la libertad es cada vez más estrecha. el mundo va tan aprisa que lo sobrepasa a uno y lo vuelve loco…sin embargo, la moralina que nos acosa es medieval. digo: la evolución es una mentira. digo: si hubiera más libertad de expresión en la sociedad, más allá de los medios, si la gente abriera los ojos un poco más a lo diferente y haria el intento, al menos, de escuchar al “”loco””, si se dispusiera a lo que está más allá de sus narices…...creo que este tipo de cosas serían menos frecuentes. estoy hablando de un contacto con la espiritualidad de la que el humano es capaz, pero parece haberla olvidado o dejado de lado por no ser “práctica”. la gente se aleja cada vez más de sí misma…esa, quizás, sea una de la grandes diferencias de todos con Maiweiss (no sé si está bien escrito, pero me refiero al Caníval): leí un pequeño informe de un psicólogo: los impulsos canívales que este hombre tenía ya a los 8 años, son, en realidad, frecuentes en la infancia de todos: la diferencia es que en “todos”, esos impulsos no son conscientes. Maiweiss, al parecer, tenía abierta una puerta que la gran mayoría tiene…quizás no cerrada del todo, pero al menos oculta, y por la que no se atreven a entrar. Si la sociedad fuera más libre…más sincera…cosas así serían menos frecuentes…estoy seguro. la Moralidad es un invento. Mélan

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