Ahora cualquier opinión en contra de la guerra, cualquier petición del fin del apoyo militar en Irak será tachado de antipatriótico en el mejor de los casos. No se entiende que se pueda querer al país si no se apoya al gobierno. No se entiende que se puede ayudar más a los militares pidiendo su vuelta que organizando magníficos funerales. Es el monopolio del patriotismo. Se ha asegurado que debíamos ir a la guerra y se aportaron distintas razones para ello a medida que la anterior perdía fuerza: las armas de destrucción masiva, la dictadura de Sadam, el terrorismo… ahora, en cualquier caso, es mucho más complicado retirarse. Ejemplo de esa monoléctica es Llamazares, Zapatero y los árabes, artículo de German Yanke cuyo título ya rebela algunas de sus opciones. Entre las otras, llamar terrorista a todo lo que se mueve en otra dirección. Todo, para exigir una separación de posturas entre IU y PSOE: “En el pleno sobre Irak en el Congreso, afortunadamente, el tono de Rodríguez Zapatero fue distinto y, en buena parte, el contenido también. Pero al secretario general del PSOE le falta aún elaborar una doctrina coherente sobre la presencia española en aquel país y podría buscarla en provincias más cercanas a la socialdemocraia europea que a la antigualla totalitaria de Izquierda Unida.”