Crónica del asedio que viven los habitantes de Ramala narrado por una de las cooperantes internacionales allí prisionera: “Todo está cerrado: comercios, cafés, cines y edificios públicos. Nadie circula por las calles, bajo el toque de queda disparan a cualquiera que vean por las calles, todo está lleno de tanques y francotiradores, es imposible continuar el trabajo, toda la ciudad está ocupada y no hay ninguna posibilidad de hacer nada, con los largos cortes de suministro de luz; es imposible trabajar con el ordenador”. Por
Gema Otero.