Mariano José de Larra escribió en 1832 el prólogo a su revista
El pobrecito hablador con intención y formas similares a las de cualquier editor de un sitio alterntivo en la red: “No tratamos de redactar un periódico: 1.º porque no nos creemos ni con facultad, ni con ciencia para tan vasta empresa: 2.º porque no gustamos de adoptar sujeciones, y mucho menos de imponérnoslas nosotros mismos. Emitir nuestras ideas tales cuales se nos ocurran, ó las de otros, tales cuales las encontremos para divertir al público, en folletos sueltos de poco volumen y de menos precio, este es nuestro objeto; porque en cuanto á aquello de instruirle, como suelen decir arrogantemente los que escriben de profesión ó por casualidad para el público, ni tenemos la presunción de creer saber mas que él, ni estamos muy seguros de que él lea con ese objeto cuando lee.”
Dos palabras.