De Góngora se decía que ocultaba su incapacidad poética bajo un ensamblaje de oscuridad; menos hiriente, se le acusaba de esteticismo, de puro juego retórico y visual. Todos, críticos y seguidores, lo imitaban.
Raul Romero habla de ese hermetismo de Góngora y de los neobarrocos hispanoamericanos: “El barroco de Lezama no es solamente ese decir truculento y supradecorado, es algo más que una manera complicada de decir las cosas. Se trata mas bien de una forma de percibir el mundo, de una cosmovisión personalísima que se refleja en destino, obra y pensamiento. Como si su mirada de “portador de justicia metafórica” fuese barroca en su intento por alcanzar “la cantidad hechizada”, la sobrenaturaleza. Solo ese mirar desmesurado le permite a Lezama, así como a Carpentier y a Sarduy el acceso “a la otra orilla”.”
Barroco y Neobarroco. Naturaleza, apoteosis, dificultad, oscuridad.