Los judíos búlgaros se salvaron de los campos de exterminio gracias a sus conciudadanos, que primero boicotearon las leyes de exclusión que había promulgado el gobierno pro-nazi, y después se manifestaron con fuerza al iniciarse las deportaciones. El gobierno búlgaro prefirio enfrentarse a los nazis que a su propia gente.
Leonardo Moledo: “En la capital, Sofía, estallaron grandes manifestaciones callejeras en contra de la deportación, lideradas por los jefes de la Iglesia Ortodoxa Búlgara. Stefan, el metropolitano de Sofía (equivalente a un arzobispo en la Iglesia Católica), envió telegramas de protesta al rey, y Cirilo, el metropolitano de Plovdiv, según se dice, amenazó con acostarse en los rieles delante de los trenes que transportaran deportados. ”
Una historia que merece ser contada.