Un año después nada ha cambiado. A estas alturas, se han reducido las responsabilidades del Prestige a averiguar si fue o no acertada la decisión de alejar el barco de la costa. Se ignora, se sigue ocultando, la incompetencia con que se gestionó todo; se hecha tierra sobre la impotencia de los pescadores que, un mes después de la primera marea, debían hacer frente al chapapote sin ni un sólo medio oficial, sin ayudas, sin previsiones y con mentiras. Prestige, un año después, de David Iwasaki: “El actual Gobierno llevó a límites insospechados de incompetencia su gestión de la catástrofe en los primeros meses, lo cual no ha sido obstáculo para la autoconcesión de medallas más esperpéntica protagonizada por el aznarismo. La falta de reflejos del Gobierno se sumó al crimen ecológico cometido por los responsables directos del Prestige. El resultado: la limpieza de las costas ya realizada ha costado 2,6 veces más (2.100 milones) que lo proyectado por la Administración.”