Una vez usé sombrero y me sentí como Cary Grant paseando por la Gran Manzana. No volví a usarlo porque no quiero sentirme así, observado. Ahora uso gorras, para el frío, la lluvia y el sol.
Jaime: “El último intento que recuerdo por poner de moda dicha prenda fue el que, allá por los años ochenta, puso en marcha la sastrería Modelo de Barcelona. El comercio en cuestión se sacó de la manga una campaña bastante original: uno se hacía allí un traje y le regalaban el sombrero. Por aquel entonces yo apenas tenía una decena de años
o menos, por lo que no pude aprovechar esta promoción que, además, acabó resultando un fracaso. Un fracaso original, pero fracaso al fin y al cabo.”
¿Por qué habría de asustar un sombrero?