Mariano Gistaín evoca la figura de Vázquez Montalbán como ejemplo de alguien que se situaba en una vereda de la realidad que se nos impone, cruda y única: “Su prosa ya era de otro mundo, pues no hay más prosa que el IPC, y no hay más consignas que las del Fondo Monetario Internacional. MVM nos ayudaba a ser menos fundamentalistas del capital, que es el mayor fundamentalismo que hay (los otros son de resistencia), a juzgar por su eficacia para domeñar el mundo, para imponer sus cuatro reglas, dogmas de fe que no se cumplen. La utopía inversa del mercado, que por otra parte es lo único que nos queda: la utopía ahora es ir reformando a ese monstruo para que no se destruya a si mismo, para que no se enronice. En vez de utopía se dice hoja de ruta. Hoja de cálculo.”
La receta única.