Fernando Diez: “Quizás es hora de pensar en una teoría del accidente y su intensidad incremental. Tal tarea apenas ha sido iniciada, y las normas de seguridad industriales, informáticas, bancarias y militares no están sino en la periferia del problema. Pues no se trata tanto de un asunto técnico, como psicológico y social, ético y político. Es necesario interpretar la negación y la postergación con que tendemos a analizar la realidad. Se trataría de avanzar sobre las razones de la subestimación, la sistemática postergación de la prevención y el voluntarismo con que se percibe el futuro. El funcionamiento del sistema político no favorece a los previsores, pues siempre los políticos se ven empujados, por la misma lógica del voto, a inversiones de corto plazo que puedan inaugurar durante sus mandatos, y a postergar inversiones en sustentabilidad y seguridad cuyos beneficios difusos no podrán exhibir ante los electores. Una teoría del accidente debería penetrar hasta su centro crítico y entender algo más sobre sus mecanismos, el efecto dominó, el autoestímulo de los sistemas reflejos, la deformación de la expectativa y varios otros que recién comienzan a revelarse como problemas. No sabemos si el accidente total es probable, pero la peor manera de averiguarlo sería sentándose a esperarlo.”
Por una teoría del accidente.