Siempre me he preguntado qué sería de todos esos hijos arrancados a sus familias biológicas, posteriormente asesinadas, aprovechando la suspensión de cualquier derecho durante las dictaduras —pienso en Argentina, por ejemplo—. Me refiero a cómo vivirían en sus nuevas familias: si ya hay muchas adopciones
normales que fracasan porque los padres no se reconocen en sus hijos adoptivos, ¿qué no sucederá en estas? Imagino que el lado
malo del niño será siempre genético, de esos padres que tu régimen consideró tan terribles y peligrosos que decidió eliminarlos.
Mariano Grandona reflexiona sobre la extensión de los derechos humanos al respecto del caso reciente de una adoptada en esas circunstancias que se niega a que le realicen la prueba del ADN para saber si sus padres, los de ahora, lo son de verdad o o nació para ellos de un crimen.
Los derechos humanos son para todos.