Jaime tiene catarro, y estornuda; es un acto reflejo que no puede evitar y que molesta a los demás. Y como Jaime es uno de los que, como a mi me gusta, es capaz de relacionar y comparar distintos aspectos de la realidad para poder entenderla mejor, pues compara: “Algo similar parece que le ocurrió a James Anglada, un portero de discoteca del Maremágnum a quien se juzga junto a unos coleguillas por haber asesinado a Wilson Leónidas Pacheco, propinándole una paliza y arrojándole luego a las aguas del puerto de Barcelona, donde se ahogó. Anglada, sin asomo de rubor, asegura que lanzar a Pacheco al Mediterráneo “fue un acto reflejo. Fue sin querer”. Fue como un estornudo, vamos. Sólo que en lugar de contagiarle un constipado, lo mató. No podía hacer otra cosa. Si hay ganas de estornudar, al final se estornuda, por mucho que uno se intente aguantar.”
Sin querer.