No sé ustedes pero yo, que apenas soporto ya los telediarios, cambio de inmediato o desconecto las zonas cerebrales pertinentes en cuanto de nombra el tema vasco (plan Ibarretxe) en un noticiero. Y lo hago no sólo porque sepa que lo que voy a escuchar va a ser información manipulada y sesgada (por todas las partes, claro), sino porque estoy tan cansado del asunto que ya no me interesa —yo no vivo en el País Vasco y por eso me puedo permitir ese lujo—. Esto le daría la razón a
David Iwasaki que opina que el
tema vasco es un problema vasco y que no tiene mayor interés fuera de allí: “Hablando con claridad, no es difícil encontrarse entre quienes están muy habituados a seguir la actualidad en los medios de comunicación con alguien que pudiera atestiguarnos que está hasta los mismísimos del ‘monotema vasco’, y que en el fondo no le importa lo más mínimo el desarrollo futuro de ese culebrón llamado ‘Plan Ibarretxe’. Porque, como es lógico, todo el mundo confía en: a) no hay razones para que haya una desestabilización institucional en el Estado español a partir de una ruptura de la legalidad, y b) la existencia de dos grandes partidos, PP y PSOE, garantiza el mantenimiento del marco constitucional.”
Ibarretxe tiene un plan.