Tzvetan Todorov: “El efecto más claro del totalitarismo sobre mí fue el siguiente: durante años estuve convencido de que todos los hombres políticos eran demagogos e hipócritas, que toda palabra pública era forzosamente una mentira. Los diarios, también. Me convertí después en un ávido consumidor de prensa cotidiana, pero durante los diez primeros años de mi vida en Francia, o más, no leía ni siquiera el diario. Tenía la sensación de que perdía el tiempo interesándome por un mundo sobre el cual no tenía el menor control, donde las posiciones de unos y otros eran la máscara que escondía sus verdaderos intereses, y no la expresión de una convicción, menos aún de verdades eternas.” ¿No será que hoy vivimos también bajo una suerte de totalitarismo que produce en nosotros una suerte de desidia similar?
El campesino en París.