Hoy hace 30 años que murió Pablo Neruda. O que lo terminaron de matar. Su militancia política le trajo numerosos problemas en vida y centenas de polémicas de muerto. Su poesía siguió punto por punto sus pasiones, para bien y para mal. Rolando Gabrielli escribe para el Libro de notas una resurrección del poeta, de la poesía, para quienes el prejuicio del hombre oscurece su obra: “No se puede separar a Neruda segmentadamente de su poesía y menos de la vida pública. Los diseccionadores expertos en cirugía menor, no les gusta trabajar con el espíritu de época, la trascendencia, la visión de su obra. Usan hachas para podar rosas. No ven el árbol, ni el bosque, sino el lobo.” Neruda, entre detractores y panegiristas.
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Artículo publicado por Libro de notas


NERUDA, ENTRE DETRACTORES Y PANEGIRISTAS

por Rolando Gabrielli.

Sólo un poeta de la dimensión y actuación histórica de Pablo Neruda, mueve sentimientos tan encontrados como una masa oceánica incontenible, a treinta años de su muerte física, en Santiago de Chile, a 12 días del golpe de Estado que terminó con el suicidio del presidente Salvador Allende en La Moneda.

Poeta de su siglo, tiempo, en la historia, nada le fue ajeno, desde el hombre a la naturaleza, las cosas más sencillas, la humildad de lo desconocido, ignorado, el lugar común, el otro lado de la vida. Neruda quiso ser el poeta total. Poeta vaticinador, cronista, un actor de su época, residenciario en el amor, un amante incondicional de Chile y América.

A la España Republicana, lorquiana, la llevó en su corazón, y fue ese doloroso acontecimiento político, el que “cambió” su poesía, talante de poeta, surgió el Neruda político del brazo de la pintora e intelectual argentina, Delia del Carril, una mujer influyente, vital en el futuro del poeta chileno.

Le tocó tan hondo los sentimientos la desgarradora Guerra Civil Española, que pidió una discutida autorización al gobierno de Pedro Aguirre Cerda para fletar un barco y trasladar a Chile a más de dos mil refugiados republicanos de los campos de concentración en Francia.

El Winnipeg, atracó un 2 de septiembre de 1939, con 2.500 refugiados españoles a Valparaíso, gente de los más diversos oficios, y fueron recibidos por el ministro de Salud, Salvador Allende.

El asesinato de Federico García Lorca, marcaría para el resto de sus días al Cónsul y poeta chileno, a quien recordaría pocos días antes del golpe militar en Chile, porque bien sabía que el franquismo no respetó la inteligencia, lo que se repetiría en Chile, con un discípulo aventajado de Francisco Franco y Bahamondes, el capitán general, Augusto Pinochet Ugarte.

No se puede separar a Neruda segmentadamente de su poesía y menos de la vida pública. Los diseccionadores expertos en cirugía menor, no les gusta trabajar con el espíritu de época, la trascendencia, la visión de su obra. Usan hachas para podar rosas. No ven el árbol, ni el bosque, sino el lobo.

Neruda Stalinista. Neruda conspirador en el asesinato de Trostky. Neruda comunista. Neruda sectario. Neruda desmesurado. Neruda repetitivo. Y no dicen que Neruda fue Neruda, por obra y gracia de su propia obra. Vivió la Guerra Fría. Fue un objeto y objetivo dentro de esa atmósfera. Se inclinó hacia la izquierda y no lo ocultó. Pero siguió escribiendo su poesía materialista, amorosa, oceánica, americana, universal. Reconoció sus errores de apreciación sobre Stalin. No tragó todo. Las evidencias son claras en su poesía. Pero se transformó en poeta símbolo, demasiado gravitante, para perdonarle que comiera caviar ruso, él que recorrió las minas de cobre, el desierto de Chile, recitó ante los obreros, elevó a la dignidad a la lavandera, al hombre sencillo, atacó a Nixon y defendió el gobierno de Salvador Allende.

Un poeta controversial, flanqueado por amigos y enemigos, premiado con el Nobel en 1971, porque ha sido un poeta indiscutiblemente discutido por décadas.

Hace treinta años desapareció de la escena física chilena y mundial. Dejó ocho libros inéditos al morir y aún sigue discutiéndose su obra y actuación pública, como si estuviera vivo. Los chilenos van destapando de a poco el pasado, con la desmemoria del que no quiere ver, ni saber, y olvidar. Neruda es un mito. Actuó en su tiempo. Hombre público. Se pronunció sobre las cosas vitales de su tiempo. Concentró un marcado odio en las fuerzas derechistas chilenas, con algunas excepciones. A todos los unía a su favor, los famosos Veinte Poemas de Amor y una Canción desesperada. Ahí concluía la polémica antinerudiana y surgía el poeta del amor. A los 20 años escribió ese folletín amoroso el joven Neftalí Reyes Basoalto. Un año por cada poema y falto otro para la Canción Desesperada.

Su poesía se sigue traduciendo y vendiendo. Es un poeta popular y universal, en una época banal. Siempre su verso cae como el pasto al rocío. Es un referente del siglo XX, eso es universalmente reconocido, por quienes no se apasionan con este o el otro Neruda, el mío, el tuyo.

Una obra debe analizarse en su integridad. La nariz, los ojos, las manos y hasta los zapatos son importantes en el poeta.