Arístides Segarra encuentra el sentido del teatro en la intimidad de su casa, lo hace con el sentido del humor y la calidez que llaman la atención, en estos tiempos en los que decir, decir de verdad, lo que uno ve y siente, está prohibido: “Hoy ha dado un paso en el camino de la autoinhibición, pero intentando mantener su espíritu libertario. Ha decidido hacer Teatro. Ha decidido, pues, poner un final al juego que hasta ahora sólo tenia principio, que sólo la imposición adulta lograba aletargar, que no terminar, hasta que encontraba el momento adecuado para revivirlo. Aunque puede que la novedad más interesante, la más innovadora, haya sido la voluntad de incorporar público. Tal privilegio ha correspondido a mi mujercita, que ha accedido con actitud ovina ante la matanza escénica que se temía.”
Teatro.