“Todo lo que se encuentra en un supermercado tiene su historia, si logramos descubrirla. Los alimentos desafían las estaciones, la geografía, las guerras, la distancia, la naturaleza”. Es la economía global, la que posibilita que entre las mismas ofertas del día haya plátanos de Canarias, aguacates de Chile, guisantes de Kenia, jenjibre de China o Manzanas de Francia; así es como las corporaciones Monsanto y Cargill se introducen en nuestras vidas, porque el control de la cadena alimenticia lejos de globalizarse y diversificarse, se concentra en estas dos corporaciones que modifican genéticamente las semillas para que los productos lleguen a nuestra cesta de la compra.
Katherine Ainger pone en evidencia el llamado “agronegocio” contra el que se han rebelado el campesinado y agricultores del mundo: “la producción de alimentos tiene un papel especial que jugar en la vida, la salud, la ecología y la cultura rurales”.
La nueva revuelta de los campesinos.