“Las tiendas que no puedan seguir en marcha, que las cierren. No veo la riqueza cultural del pequeño comercio, de siempre me han parecido un nido de alcahuetas que cotilleaban sobre la vecina del quinto. De hecho, en cuanto llegaron los supermercados a mi pueblo no volví a ir más a los pequeños comercios porque no tenía ganas de dar información sobre mi vida privada cada vez que me compro un brick de zumo.” Tiene razón
Alberto Noguera, pero el problema es que las grandes superficies no sustituyen determinados servicios de algunas tiendas: pedidos o conocimiento del material entre otros. Por no hablar del trato al personal laboral en las hipermercados. “Personalmente, si tuviese una pequeña librería estoy seguro de cómo la haría funcionar: siendo el Barrabés de los libros, hiperespecializándome en un campo y distribuyendo por internet. Pero aquí hay pocas ganas de calentarse la cabeza y muchas de protestar y de pedir dinero de la administración.”
Cierra la tienda ya, abuelo [Vía
Los Liberales].