Con la mitad del entusiasmo docente con que afronta
Rafael Marín el nuevo curso académico bastaría para animar al profesorado español. Ama su profesión, respeta a los alumnos y está enamorado de la literatura, tres cosas esenciales para
enseñar: “Por lo pronto, les advierto que la literatura no es una asignatura. Que los libros no se estudian, sino que se aman. Que dentro de las páginas de los libros que se anuncian en las páginas del libro está la vida, la vida mía y la vida de ellos, la vida de antes y la vida de ahora, la vida de todos. El objetivo del curso, grandilocuente, exagerado y sin embargo sincero es, ni más ni menos que acercar los grandes temas y los grandes clásicos de la literatura universal a la experiencia de los alumnos. O sea (y volvemos a Occam, nuevamente), que todo está inventado. Desde antes de los griegos, sí. El guión de nuestras vidas ya ha sido rodado muchas veces. Eso es lo malo y lo bueno.”
La pipa del señor René.