¿Por qué el estado ha de ocuparse mediante su sistema educativo de enseñar las —muy respetables— religiones particulares de sus ciudadanos? ¿Por qué, además, los docentes que se encarguen de impartir esa asignatura no deben acceder al cuerpo por medio de oposiciones públicas como todos los demás?
Juan José Tamayo cree que esto es una vuelta al nacionalcatolicismo que sólo conseguirá alejar de la religión a los alumnos: “El estudio de la religión en la escuela ha de ser crítico[...]. Un estudio que desvele y cuestione sus perversiones: fundamentalismos, dogmatismos, integrismos, sexismos, fanatismos que desembocan en violencia contra quienes piensan de distinta manera. Pero debe exponer también con objetividad las aportaciones nada desdeñables de las religiones en los distintos campos del saber y del quehacer humano: fe-razón, filosofía-teología, contribución a la cultura, actitudes de solidaridad, etcétera. Ha de ser un estudio laico, no confesional, de los textos religiosos a través de los métodos histórico-críticos, ya que el fenómeno religioso trasciende las distintas manifestaciones confesionales.”
Religión en la escuela: ¿retorno al nacionalcatolicismo? [*pdf]