No sé qué tiene
Sandra Miralles contra los culebrones: ”¿Siente usted un hondo penar, una nube negra densa y tormentosa, un remolino de ansiedad grisácea, un abismo insalvable entre la alegría y la realidad, una especie de yo qué sé y qué sé yo? Ríase. Primero, ríase. Todo tiene gracia, oiga, todo. Sí, todo. Piense en lo más terrible, lamentable y fantasmagórico que pueda pasarle. Si no le arranca al menos una frase irónica,
usted ha visto demasiados culebrones.” A mí siempre me han abierto la carcajada. La risa es mi ácido favorito. Y hay otra actitud que también puede ser un magnífico detergente, lo que los anglosajones llaman alta seriedad. Está prohibida en la actualidad, ya que la clase de exactitud y detalle que requiere exije demasiado de los medios de comunicación. Y a los políticos les exije honradez y fidelidad a la verdad. ¡Imagínense un político serio! ¿A que es difícil?