Hoy es 11-S y en Chile se vive en estos días una enorme exaltación, apoyada por todos los medios de comunicación. A los treinta años del golpe militar de setiembre de 1973 en el que fuera derrocado el presidente Salvador Allende y aniquilada una de las más estables democracias del siglo XX en Latinoamérica, por primera vez
la sociedad chilena se interroga a sí misma sobre lo que ha sido su historia contemporánea y sobre el futuro que quiere construir. Los recuerdos se hacen públicos y al mismo tiempo que se glorifica la figura de Salvador Allende, desde algunos estamentos militares y grupos de la derecha se empieza a reconocer la violación sistemática de los Derechos Humanos del régimen de Pinochet, mientras alaban el establecimiento durante el mismo de un modelo económico exitoso; claro que el silencio vuelve a parecer cuando se les pregunta por el coste.