Tras el atentado contra la sede de la ONU en Bagdad, va quedando cada vez más claro que la guerra en Irak no ha terminado.
Patrick Cockburn escribe sobre la violencia en ese país desde principios del siglo 20 a Saddam Hussein, luego describe la actual inseguridad de los extranjeros en las calles. Está claro que ni los americanos ni los británicos saben muy bien qué hacer y que tampoco interesa mucho que se hable del asunto: “Una medida del éxito perverso de la táctica de Alastair Campbell de emprender una guerra contra la BBC sobre el caso del famoso dossier relativo a la supuesta amenaza de Irak al mundo
el que arreglaron para hacerlo “más sexy” es que los riesgos actuales de la posición británica en Irak apenas si se discuten en el Reino Unido. Destacados escritores admonitorios agitan el índice en dirección a Estados Unidos y le preguntan si, después de ganar la guerra, está perdiendo la paz. Tal postura pasa por alto la cuestión de que ni hay paz en Irak ni es probable que llegue a haberla.”
Irak, lugar de violencia para todo extranjero.