Carlos Atanes viene diciendo que cualquier acto de creación (una novela, un hijo, un partitura, un poema) es sólo eso: el acto dador, el génesis de otra cosa que ya deja de pertenecer al padre y a partir de ese momento
es de quien convive con él: leyendo la novela, adoptando/queriendo al hijo, escuchando la partitura, oyendo el poema.
Demos lo que sobre a los perros: “La autoría es siempre, respecto a la obra acabada y mostrada, una condición pretérita. [...] Como criatura emancipada en la que se ha convertido la obra una vez divulgada, ya nadie (no sólo el autor, sino nadie) puede legitimar su decisión destructora u ostracista con respecto a esta criatura, en perjuicio del derecho de los demás a nutrirse de su potencial galvanizador.”