En Francia parece ser que el fuego está arreglando problemas inmobiliarios de las mafias de la costa azul. En Portugal quizás recalifiquen terrenos o compren ahora la madera quemada mucho más barata las celulosas. En España, que todos los veranos arde por los cuatro costados, no se habla de las causas, pero haberlas haylas: casi nunca un incendio es accidental. Y no se atacan esas causas, y no se previene con rigor: “Pero ahí tenemos España en llamas, otra vez, como nunca, buscando apurados remedios como siempre, sin haber hecho previsiones. Pasándose la bola encendida desde la presidencia a los ministerios, desde los ministerios a las comunidades, desde las comunidades a los ayuntamientos, sin que se gaste el dinero necesario para hacer una limpieza oficial y racional de los montes y los campos, llenos sus suelos de leña seca y rastrojos, pura yesca esperando la primera chispa para volvernos a mostrar el estremecedor espectáculo de una naturaleza flamígera.”
Jorge Berlanga,
Fuegos.