Carlos G. Reigosa publicó
¿Nuevos gallegos? el 13 de diciembre de 2002 —y al que ahora le acaban de dar el premio Fernández Latorre de periodismo—, con el Prestige muy fresco y las costas recibiendo mareas negras día sí día no y los marineros y civiles lanzándose a las barcas para frenar el fuel antes de que manchase las playas y las rocas. En esa euforia desatada por la respuesta de un pueblo tradicionalmente dormido, Reigosa habla de una Galicia alejada de los tópicos, viva, reivindicativa y luchadora: “una hazaña colectiva de ciudadanos libres que saben el valor de lo suyo y acuden a defenderlo con total determinación y con todos los medios a su alcance (que eran sólo los de su propiedad, porque los de titularidad pública tardaron demasiado en llegar, como es sabido).” Unos meses después, la euforia atenuada, cabe pensar si realmente los tópicos no deben ser tomados más en serio.