María José Atiénzar: “Si se nace con un cerebro mejor dotado que el de otro puede preverse que le gustará más ir a la escuela o frecuentar una biblioteca. Sus maestros se interesarán más y le darán mas ánimos. Esto hará aún “más inteligente” al que partió con una ventaja y marcará la diferencia con el otro. Si al nacer, la diferencia entre ellos fuera de un 20%, a la edad adulta será de un 60%. Un entorno favorable permite explotar y optimizar una pequeña ventaja de partida. Esto hace que una generación sea más inteligente que la precedente y mucho más que las anteriores pues el medio escolar y profesional favorecen el desarrollo de la inteligencia. Por otro lado, los paises donde el nivel educativo es bueno y beneficia a una mayoría de su población, allí donde la información circula libremente, va ganando puntos el coeficiente intelectual (CI) que mide el grado de inteligencia.” Después utiliza esta premisa para argumentar en favor de una mayor atención a la inteligencia emocional, esa que ayuda a entender a los demás y a comunicarse mejor con ellos. Precisamente, esa inteligencia es la que sirve para unir a los miembros de un equipo y ayuda a que un proyecto salga adelante. Ya se sabía, pero ahora se empieza a analizar científicamente.
La inteligencia y el arte de vivir.