Gary S. Becker escribe sobre la posibilidad de una nueva economía en Irak: “Muchos atribuyen esa falta de éxito económico a la influencia islámica, pero tal excusa ignora el hecho de que el Islam tradicional es más favorable a la empresa privada y a la economía de mercado que el cristianismo. Mahoma era un comerciante y el Corán enseña a respetar la propiedad privada, los contratos y el comercio. Los países musulmanes fueron, desde el IX y durante siglos, líderes en el comercio mundial. El Islam prohíbe los intereses, pero durante varios siglos los prestamistas se las han ingeniado para, mediante la financiación por venta de participación y combinando préstamos con otros servicios y bienes, disfrazar el pago de intereses como pagos por esos servicios.” Mientras ha habido una guerra ideológica contra el islam, se han silenciado sus ventajas como promotor económico (véase Kuala Lumpur). Ahora lo que habrá que silenciar es que la ley islámica exige un pequeño porcentaje del capital pasivo como impuesto para obras de caridad. Al pagar, uno puede darle el dinero a quien uno crea que lo necesita: un hospital o cualquier otra organización, incluidas las dedicadas a la guerra.
Reformas de libre mercado.