No hay duda de que la expulsión de los judíos españoles de hace 5 siglos fue una operación eficaz: hoy apenas hay rastro vivo de la cultura sefardí en España y es difícil encontrar huellas o alusiones a todo lo que ese mundo aportó; sí queda, claro, un antisemitismo vago e inculto, y perezoso.
Ramón Buenaventura habla del regreso de los judíos asquenazíes a Alemania, principalmente desde Rusia: “Como le ocurrió a España en los siglos XVIXVII, Europa perdió durante la segunda guerra mundial una parte importante de sus buenas plusvalías artísticas, literarias, filosóficas, científicas, técnicas, etc., casi todas ellas incorporadas ya a nuestra tradición, sin que nadie pestañee: Einstein, Kafka o Freud eran judíos, pero también representan unos valores que los europeos consideramos propios e irrenunciables. No se trata, aquí, de promocionar una contribución por encima de otras: los judíos no han aportado a Europa más que cualquiera de los cientos de pueblos que la componen; pero son Europa. Y su regreso a sus viejos territorios alemanes puede entenderse como una imprescindible recuperación mutua.”
El retorno de los judíos europeos[*pdf].