Estos días se repite hasta la saciedad en la tele un anuncio en el que alguien —un adolescente, un ama de casa,...— promete a alguién &su padre, su marido,...— que a partir de mañana hará todo lo que siempre dice que va a hacer y nunca hace; el que escucha mira con la seguridad de que no son más que palabras. Jesús Barcos ve del mismo modo las reuniones de los grandes presidentes de los países más ricos del mundo para solucionar los problemas de los pobres: “Esta globalización estabulada no funciona, porque no conlleva globalidad. Es hora de recordar que la injusticia no es una disfunción y que el derecho es pariente del deber. Es el momento de que la Organización Mundial del Comercio haga de una vez honor a su nombre, y que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial abandonen sus políticas de molde. Lo exige la democracia, la justicia, y hasta la gobernabilidad.” Las palabras y el viento.