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El último que apague la luz

Parece obvio que los estructuras tradicionales de las empresas tienen los días contados. La globalización como paradigma de la Nueva Economía, la Internet y la re-construcción del concepto de Estado hacia las macronaciones económicas hacen obligatoria una metamorfósis. El problema, como siempre, no estará (está) tanto en el objetivo final, sino en los destrozos del camino: “A menudo me pregunto si el ideal de una empresa, en la actualidad de la nueva economía (o lo que queda de ella) y la evolución tecnológica, no será una organización sin empleados. Ya podemos encontrar ejemplos de pequeñas empresas que se mantienen con un número mínimo de empleados y sin apenas activos inmobiliarios. Internet y el concepto de empresa en red favorecen ese prototipo de organización. Empresas que se fragmentan en organizaciones más pequeñas. Empresas que subcontratan a otras empresas y compañías que se unen con otras, durante el tiempo necesario para cumplir un objetivo común. En la empresa en red, lo de menos es el empleado, un activo con muy poco valor personal.” El último que apague la luz, de Antonio Cambronero.
Marcos Taracido | 08/07/2003 | Artículos | Economía

Comentarios

  1. Tramontana
    2003-07-09 21:43 ¡Real como la vida misma!... y a propósito de un post en Barbol, sobre los pioneros de TELEFONICA, un ejemplo de lo que está sucediendo.
  2. Cayetano
    2003-07-11 00:20 La frase al final del artículo: Pero en ese porvenir aterrador, me temo, no hay sitio para los valores humanos. me sirve para preguntar primero ¿Qué se entiende por valores humanos? segundo ¿Sitio para esos valores dónde? tercero ¿En que época ha habido sitio para valores humanos? Pero no termina aquí. Una vez que algo o alguien establezca esos valores humanos cómo se les impone a quienes los consideran un contravalor. Baste recordar que la Iglesia Católica mantiene un peculiar listado de valores, al igual que la izquierda, de igual forma cada agrupación o movimiento social elabora catálogos de valores y en según que casos y en que circustancias o contextos pueden ser razonables todos y cada uno de ellos. ¿Pero quien reparte los papeles en esta comedia? ¿Quien produce alimentos, quien ideas o ambas cosas a la vez, en que condiciones, justiprecios, tiempos, etc.? ¿Decide cada uno lo que desea ser o tenemos director, administración, organización o máquina expendedora de certificados de capacitación? El futuro, como siempre, lleno de enigmas, ni buenos ni malos, ni aterradores. Solo preguntas mientras escardas la huerta y esperas a que maduren los tomates …

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