Encarna Jiménez se queja de la televisión que nos merecemos. Y no le falta razón. Pero ocurre también que con la tele digital y por cable, la oferta es mucho más amplia de lo que parece por lo que dicen los comentaristas. Documentales hay a montones, películas hay hasta buenas y a horas en que uno suele estar despierto, etc. Las cadenas comerciales a la antigua usanza notan el bajón de audiencia y tiran por lo barato: el reality show. Acertadamente, Jiménez traslada la afición por la telebasura a la Asamblea de Madrid: “El caso del culebrón de la Asamblea de Madrid, con sus personajes de cuarta fila arracimados en familias como los Pajares, Jiménez y Pantojas es una prueba, pero todavía es más evidente cuando se puede ver a los diputados del PSOE e IU de la autonomía de Madrid abandonar sus escaños para seguir por la pantalla lo que ocurre en un hemiciclo en el que deberían estar sentados. La tele, con su ruina y pringue, dicta la ley de lo que se ve, se hace y se consiente.” Gallardón también, ¿no?
Ruina y pringue.