Daniel Rodríguez Herrera celebra la invención del DNS, y lamenta su vulnerabilidad a los ataques por saturación o a la piratería de datos. No me gusta que se me expliquen estas cosas: ¡luego se me llena la siesta de pesadillas paranoicas! Pero Rodríguez toca en un punto que señala, digamos, el límite de todo sistema: “resulta mucho más fácil crear algo que funcione que lograr que ese algo esté a prueba de la mala fe.” Los sistemas autoorganizativos como las redes, la economía, el conocimiento siempre estarán abiertos al caos. Lo está cualquier sistema basado en la buena fe. Lo malo es que los sistemas basados en la mala, tienden a la rigidez y, en última instancia, a la exclusión.
Veinte años de DNS.