Sobre la fuga escribe
David Álvarez, sobre esa especie de inercia de Sísifo que nos empuja en una dirección, aunque sea equivocada y la capacidad de percibirlo: “Lo más peligroso de un callejón sin salida es que uno se mete en él sin haber tomado ningún desvío. De repente camina por una vía ciega, aunque lo hace convencido de que sigue yendo adonde iba. Porque da los mismos pasos que ha venido dando. Porque los charcos tienen el mismo olor a polvo de verano. En un callejón sin salida no se entra. No se gira un picaporte y se cruza el umbral. El callejón sin salida aparece.”