Paul Krugman, columnista del Times de Nueva York, escribe sobre las mentiras que el gobierno norteamericano lanzó para poder ir a la guerra. En EEUU, cada vez son más las voces que reclaman que se investigue esta prevaricación. Además, las consecuencias de la ocupación de Iraq son cada vez más preocupantes: “en su empeño por ver lo que quería ver, el gobierno de Bush no sólo exageró de manera burda la amenaza iraquí, sino que además subestimó seriamente los problemas de la ocupación de posguerra. Cuando el general Eric Shinseki, jefe de Estado Mayor del Ejército, advirtió que una ocupación prolongada podría requerir centenares de miles de soldados, Paul Wolfowitz lo calificó de “desatino” y el secretario del Ejército habría estado a punto de ser despedido por apoyar al general. Ahora, 150.000 efectivos, desplegados en una línea delgada, enfrentan ataques guerrilleros cada vez más frecuentes. Un alto oficial le comentó a The Washington Post que podrían pasar dos años antes de que asuma un gobierno iraquí. A su vez, The Independent informa que los jefes militares británicos se resisten a enviar más fuerzas, como se les pide, pues temen ser “chupados por una ciénaga”.”
Con las tácticas del vendedor deshonesto.