Seguramente todo es más similar de lo que aparentemente suponemos. Quiero decir que entre la estructura osea de un humano y el esqueleto cartilaginoso de un escualo pocos diferencias debe de haber; entre la cadencia de los vientos y el modo en que expelemos las palabras. Esto viene al caso del artículo que Javier armentia titula
Cuestión de escala, hasta en la bolsa en el que habla de cómo el estudio empírico de las fluctuaciones de la Bolsa con métodos científicos propios de las investigaciones sísmicas, por ejemplo, dio resultados sorprendentes: “Ordenando estas fluctuaciones en la bolsa según su tamaño (es decir, según la pérdida o ganancia en los índices bursátiles), aparece una ley de escala. Este descubrimiento no tendría mayor relevancia, porque es algo que se esperaría de un sistema complejo como la bolsa: similares leyes aparecen en materias tan dispares como el número de avalanchas, la forma en que se dispone la arena en las dunas, los meteoritos que caen sobre la tierra o las visitas a las páginas de internet más famosas.”